“La situación de hoy del sector automotor es semejante a meses anteriores pero estamos comparando con un año record histórico en argentina que no está acorde a la economía del país. El problema que tenemos hoy, es que estamos sobredimensionados y estamos adecuándonos al momento complicado que estamos viviendo”.
“Primero fue un costo de oportunidad que se dio. El automóvil está directamente relacionado con el valor del dólar oficial. El problema es que nos sobredimensionamos para tender a un millón de unidades y eso no se puede mantener. Lo estamos sufriendo y lo tenemos que readaptar. El 90% son empresas familiares por lo tanto no hay un grave problema de pérdida de fuentes de trabajo con respecto a los concesionarios. Nos tenemos que reacomodar una realidad de un mercado que no es este y eso tiene un costo para todos. Vamos a tener que pagar parte del costo de esa reactuación”.
“La devaluación trajo un aumento, y cuando hay sectores de alta gama que no se pueden comercializar, los costos de las empresas se tienen que repartir entre los autos que se venden. El 60% de los autos que se patentan en la Argentina vienen de Brasil y el 40% se producen acá, entonces los acuerdos de precios entre las terminales y el Gobierno van a estar centrados sobre los autos que se producen en nuestro país. Cuando se cae la economía de Brasil también se cae la industria nacional”.
“Todo lo que se está hablando de suspensiones tendrá un tratado de estado entre el Gobierno argentino y las terminales. Con lo que respecta a las concesionarias tendrán que hacer una readecuación de todo su personal pero la mayoría somos empresas familiares en las cuales el despido de un personal no solo tiene un costo muy grande económicamente sino también un costo de formación. Cuando se separa a alguien por una cuestión de crisis después cuesta muchísimo volver a reincorporar gente de ese nivel cuando se reactiva el mercado”.