“Me sorprende a veces la capacidad que tenemos en reincidir en ciertas consignas, que nos ayudan a simplificar la realidad, que es compleja, para verla de determinado modo. El momento en que las cosas son confusos, dificultosas, se corta por lo sano y se apela a aquel slogan fundacional de Braden o Perón, y que Griesa podría estar siendo el villano que fue Braden, actor fundamental en la carrera popular del General. Braden era el embajador que Estados Unidos designa para venir a la Argentina, cuando terminaba la segunda guerra mundial. En ese momento, Perón quería reinsertar al país en el mercado nacional y estaba haciendo los deberes para recomponer la relación con Washington. Braden quería disciplinar al país y disciplinarlo, por su postura en la guerra y veía a Perón como un pequeño Mussolini de Sudamérica. Braden patea el tablero, le hace las cosas difíciles a Perón y lo que ocurre es un desentendimiento de dos lógicas diferentes. Perón elige la figura de él para usarlo como enemigo público. Lo que significó para la Argentina ese slogan, es que formó un gran movimiento político, que sigue siendo el mayoritario. Hay una gran confrontación entre relatos, pero el problema es que políticamente son relatos diferentes. La historia tiene que abrirnos puerta de futuro”.